
đ La muerte de los «downtowns»
Y tambiĂ©n: una pelĂcula de AtlĂ ntida.
8 de agosto | Alcoy, Alicante
đŹ La semana pasada, en La Wikly pusimos nuestra atenciĂłn en algunas de las ideas de polĂtica, cultura y tecnologĂa que mueven el mundo:
Las consecuencias de la doble huelga en Hollywood, por
.La crisis de banda criminales en HaitĂ, por
.Las claves de la reforma judicial de Netanyahu, por
.
Si quieres recibir esa entrega y otras mĂĄs apoyando este proyecto, puedes probar la suscripciĂłn premium de forma gratuita durante siete dĂas y sin compromiso aquĂ:
đ°ïž Leer esta newsletter te llevarĂĄ 11 minutos y 22 segundos.
đ Aguanta hasta el final para un buen truco para el lavavajillas. Bienvenido a La Wikly.

đ Ciudades en crisis
Lo importante. Los centros urbanos de las principales ciudades de Estados Unidos han cobrado un renovado protagonismo en los Ășltimos dos años conforme numerosos vĂdeos de robos en supermercados, peleas callejeras y consumo de drogas en pĂșblico se han viralizado en redes sociales.
La situaciĂłn en los downtowns de ciudades como San Francisco, Nueva York, Portland o Los Ăngeles parece estar fuera de control, a juzgar por las informaciones de algunos medios de comunicaciĂłn, especialmente en la derecha.
Mientras que los ciudadanos sienten que los centros urbanos son cada vez mĂĄs inseguros, a juzgar por encuestas que se han hecho precisamente en ciudades como Portland o San Francisco.
ÂżPero realmente es esa la situaciĂłn? ÂżEstĂĄn los centros urbanos estadounidenses en decadencia? ÂżY quĂ© papel tienen sus gobiernos, generalmente demĂłcratas, en esa supuesta caĂda en desgracia?
ExplĂcamelo. Entre 2019 y 2023, la mayorĂa de ciudades importantes del paĂs vieron reducido el trĂĄnsito de personas por sus centros urbanos de manera muy significativa.
SegĂșn un estudio de la Universidad de Toronto a partir de datos de telĂ©fonos mĂłviles, solo 4 de las 63 ciudades analizadas aumentaron su trĂĄnsito en comparaciĂłn a los años previos a la pandemia.
En Washington D.C, ese trĂĄnsito se redujo un 24 por ciento; en Nueva York, un 33; en Los Ăngeles, un 37;Â en Chicago, un 48; en Portland, un 63, y en San Francisco, ÂĄun 68!
Algunos expertos coinciden en atribuir gran parte de la reducciĂłn de la actividad a la implantaciĂłn del trabajo remoto en las empresas mĂĄs susceptibles a permitir esa modalidad.
Ciudades como San Francisco, con un 40 por ciento de los trabajadores del centro de la ciudad dedicados a la tecnologĂa y la informaciĂłn, habrĂan visto una reducciĂłn de actividad mĂĄs drĂĄstica que ha acabado afectando al comercio y la restauraciĂłn de los barrios cĂ©ntricos.
Sin embargo, despuĂ©s de que la pandemia fuera controlada, algunos negocios y medios han atribuido esta crisis al aumento de la poblaciĂłn sin hogar, un fenĂłmeno que en general se asocia con mayores Ăndices de criminalidad y problemas de adicciones.
¿Pero qué tanta verdad hay en esa afirmación? Primero, un poco de contexto.
Contexto. En Estados Unidos, las cifras de criminalidad con violencia se han ido reduciendo desde los datos trĂĄgicos de principios de los 90. El paĂs encadena tambiĂ©n una tendencia a la baja para la tasa general de delitos.
Es cierto que si comparamos las cifras de ahora con las prepandĂ©micas, la tasa de homicidios ha aumentado alrededor de un 30 por ciento, pero no asĂ el resto de crĂmenes con violencia.
Lo que tambiĂ©n se ha producido es un importante aumento de los crĂmenes contra la propiedad
: por ejemplo, en Seattle (un 17 por ciento mĂĄs), Philadelphia (38 por ciento), Nueva York (36 por ciento) o Chicago (un 48 por ciento mĂĄs).

Pero, Âżes este aumento mĂĄs acusado en los centros urbanos de las ciudades que en las periferias? Depende.
En San Francisco, han bajado todos los tipos de crĂmenes violentos respecto a 2019 menos los homicidios, que han aumentado un 86 por ciento en el centro y un 45 por ciento en el resto de la ciudad.
En Los Ăngeles, los datos son peores: la tasa de criminalidad ha aumentado un 11 por ciento y mucho mĂĄs en un ya de por sĂ centro urbano problemĂĄtico (56 por ciento contra la propiedad y 25 por ciento con violencia).
Por el contrario, en ciudades como Chicago, Nueva York, Philadelphia o Seattle, el crimen en los centros urbanos apenas representa entre el 1 y el 6 por ciento, siendo las zonas de las ciudades con menos criminalidad âasĂ como las mĂĄs seguras de sus contextos.
đ€ ÂżPercepciĂłn = realidad?
La percepciĂłn del peligro en las calles estĂĄ muy influenciada por la situaciĂłn de las personas sin hogar. El aumento disparado de los precios de vivienda y la falta de polĂticas pĂșblicas orientadas a esa poblaciĂłn han creado un verdadero desafĂo para la gestiĂłn de estas ciudades.
Tras la pandemia, en ciudades como Nueva York, Chicago o Philadelphia se redujo drĂĄsticamente la poblaciĂłn de personas sin hogar, pero la caĂda de actividad en los centros urbanos hizo mĂĄs evidente la presencia de personas sin hogar, aunque fueran menos.
En cambio, otras urbes como Portland han visto cĂłmo la cantidad de personas sin hogar en el ĂĄrea metropolitana ha aumentado de alrededor de 4.000 a por lo menos 6.600 en los Ășltimos tres años.
Un estudio de la UC San Francisco indica que la mayorĂa de gente sin hogar acaba asĂ por una razĂłn que parece lĂłgica: simplemente, falta de acceso a una vivienda. Esta cita de The Economist lo resume bastante bien:
«Pocos estadounidenses vivĂan en la calle a principios de la posguerra porque la vivienda era mĂĄs barata. Entonces, solo uno de cada cuatro inquilinos gastaba mĂĄs del 30 por ciento de sus ingresos en alquiler, frente a uno de cada dos en la actualidad. Las mejores pruebas sugieren que un aumento del 10 por ciento en el coste de la vivienda en una ciudad cara provoca un aumento del 8 por ciento en el nĂșmero de personas sin hogar».
La clave. Uno de los factores que puede estar influyendo en la percepciĂłn negativa de la poblaciĂłn sin hogar es que es un sector social especialmente vulnerable a la crisis de opiĂĄceos, ahora agravada por la popularidad y accesibilidad del opioide sintĂ©tico conocido como fentanilo, 50 veces mĂĄs potente que la heroĂna.
En Los Ăngeles, donde viven mĂĄs de 40.000 personas sin hogar, el fentanilo golpea con fuerza a muchas de las mĂĄs de 10.000 que se concentran en la zona del centro conocida como Skid Row. Pasa algo parecido en el Tenderloin, un barrio cĂ©ntrico de San Francisco.
En el barrio de Multnomah, en Portland, las sobredosis fatales por drogas casi se duplicaron entre 2019 y 2021. El estado de Oregon despenalizĂł en 2020 la posesiĂłn de pequeñas cantidades de droga (incluyendo cocaĂna, heroĂna y metanfetamina), con terribles consecuencias.
Sin embargo, un aumento del consumo de drogas no es necesariamente un factor correlacionado al aumento de personas sin hogar.
Por ejemplo, Virginia Occidental tiene la peor tasa de mortalidad por sobredosis de drogas en el paĂs, pero tambiĂ©n una de las tasas mĂĄs bajas de personas sin hogar.
¿Entonces? La asociación directa entre una mayor cantidad de gente sin hogar y un aumento de la criminalidad también es tendenciosa.
Los datos de un estudio en marcha de Charles Lanfear, de la Universidad de Oxford, parecen desvincular el crecimiento de los asentamientos de gente sin hogar con un aumento de la criminalidad.
E investigadoras como Hanna Love, del think tank Brookings Institution, alegan que los datos apuntan a que las personas sin hogar «son mĂĄs vĂctimas de crĂmenes que perpetradores de ellos».
AdemĂĄs, en esta newsletter hemos comentado con anterioridad otras causas que tambiĂ©n estĂĄn influyendo en el aumento de los Ăndices de criminalidad que en poco se relacionan con sectores poblacionales marginales.
đĄ La idea
Pero entonces, ÂżcĂłmo devolver la vida a los centros urbanos? ÂżEs una lucha contra la percepciĂłn ciudadana, a veces equivocada, o contra problemas estructurales como el crimen, el consumo de drogas y las personas sin hogar? Por supuesto, es un poco de todo.
La percepciĂłn. Medios, polĂticos y voceros ideolĂłgicos siguen influyendo de forma determinante en la percepciĂłn de la poblaciĂłn sobre el crimen que realmente impera en las grandes ciudades.
La viralizaciĂłn de vĂdeos sensacionalistas sobre hurtos, peleas o consumo de drogas en las calles tiene mĂĄs poder sobre el imaginario colectivo que unas cuantas estadĂsticas.
Mientras que la falta de contundencia de muchos polĂticos demĂłcratas a la hora de denunciar el crimen que sĂ existe en sus ciudades genera una atmĂłsfera de impunidad contraproducente.
Lo local. Los alcaldes de las ciudades han tomado varias medidas para intentar recuperar el atractivo de sus centros urbanos, pero no siempre actĂșan de acuerdo a las recomendaciones de los expertos.
Ciudades como Nueva York cruzan los dedos para que las empresas pidan a sus trabajadores que vuelvan a sus oficinas céntricas.
Todo, mientras los promotores transforman muchas de esas mismas oficinas vacĂas en edificios residenciales que aviven las calles.
Un buen ejemplo. Houston, en Texas, representa un ejemplo paradigmĂĄtico de polĂticas pĂșblicas inclusivas que ofrecen respuesta a la problemĂĄtica del creciente nĂșmero de personas sin hogar al tiempo que impulsan el desarrollo de la ciudad.
La implementación del modelo Housing First, que combina viviendas asequibles con servicios de apoyo para personas que padecen enfermedades mentales graves, drogadicción y otros problemas debilitantes, lleva mås de una década cosechando excelentes resultados.
El nĂșmero de personas sin hogar cayĂł en picado desde entonces; una reducciĂłn del 63 por ciento desde 2011. En la Ășltima dĂ©cada, Houston, cuarta ciudad mĂĄs poblada del paĂs, ha trasladado a mĂĄs de 25.000 personas sin hogar directamente a apartamentos y casas.
Un mal ejemplo. En cuanto a la epidemia de muertes por sobredosis, los alcaldes no suelen ir mĂĄs allĂĄ de medidas para combatir el trĂĄfico de drogas.
Varias experiencias en algunos paĂses, como la vecina CanadĂĄ, evidencian que crear centros donde el consumo sea permitido en condiciones higiĂ©nicas reduce la mortalidad.
Sin embargo, en California, el gobernador demĂłcrata Gavin Newsom vetĂł una propuesta para lanzar programas pilotos similares en San Francisco, Oakland y Los Ăngeles.
Los juzgados. Algunas ciudades han barajado la opciĂłn de desalojar campamentos de personas sin hogar en los centros urbanos, pero se encuentran con un impedimento importante: la jurisprudencia.
Desde 2018, la sentencia del caso Martin v. Boise ha prohibido a los estados del Oeste hacer cumplir la ley contra los campamentos a menos que pudieran demostrar tener capacidad suficiente en refugios y albergues para alojar a esas personas.
Lo que los defensores del derecho a la vivienda han criticado ante este tipo de iniciativas es que forzar a estas personas a abandonar los campamentos y deambular de un lugar a otro no soluciona el problema, sino que solo contribuye a invisibilizarlo.
Mientras tanto, las voces contra Martin v. Boise crecen, especialmente por parte de conservadores que critican que los jueces dejan a las ciudades sin soluciones.
Un creciente nĂșmero de jueces conservadores del Noveno Circuito de Apelaciones estĂĄ mostrando su desacuerdo con un fallo que en los Ășltimos años ha prohibido los desalojos de campamentos masivos de personas sin hogar.
Y ciudades como San Francisco, Portland o Austin estĂĄn encontrando formas mĂĄs originales de poner fin a los campamentos, sea con versiones temporales de los mismos o maquillando desalojos detrĂĄs de otras polĂticas locales.
Lo estructural. Al final, la mejor forma de paliar el crimen, el consumo de drogas o la falta de vivienda es a travĂ©s de polĂticas que de verdad atajen esos desafĂos. Y ahĂ entran cuestiones que requieren de mayor ambiciĂłn y complejidad polĂtica que la que pueden aportar unos cuantos alcaldes.
Eso va desde un acceso sanitario mĂĄs extenso hasta polĂticas de vivienda que atajen el encarecimiento excesivo de las zonas metropolitanas mĂĄs pobladas del paĂs.
Pero tambiĂ©n, de un compromiso polĂtico que vaya mĂĄs allĂĄ que el de un ciclo electoral de dos o cuatro años como a los que estĂĄn condenadas muchas ciudades.
Por ahora, pocas esperanzas de que Estados Unidos encuentre la senda adecuada para solucionar sus mayores dificultades en downtown.
đŹ Una recomendaciĂłn
Con la colaboraciĂłn de Filmin
Por Emilio Doménech
Beautiful Beings es una pelĂcula islandesa de 2022 dirigida por Guðmundur Arnar Guðmundsson. Sigue la historia de Addi, un chico cuya madre es vidente y que decide acoger a un chaval inadaptado que es vĂctima de acoso en su pandilla de marginados.
La pelĂcula se recorriĂł el circuito festivalero el año pasado con paradas en BerlĂn, Palm Springs y la Seminci de Valladolid antes de desembarcar en Palma de Mallorca para el AtlĂ ntida Film Fest.
Islandia la eligiĂł como su propuesta para los Oscar de 2022 antes de que se alzara con el premio a la Mejor PelĂcula en los premios de la Academia de Cine y TelevisiĂłn del paĂs nĂłrdico.
El filme, recomendado por el mejor curador de Filmin que conozco, es «un retrato evocador de la vulnerabilidad en la infancia [âŠ] que navega entre el realismo mĂĄgico y el cine social».
Y la mejor crĂtico de cine que conozco ha dicho de ella: «Hay una frescura y una vitalidad que hace que esta dolorosa historia de la adolescencia se sienta excepcional».
Beautiful Beings es una de entre numerosas pelĂculas que solo estarĂĄn disponibles en Filmin este mes gracias al AtlĂ ntida, asĂ que aprovecha.
En otro orden de cosas, esta noche vuelven las citas de polĂtica internacional con âNanisimo por el mundoâ para poner el foco en la crisis de NĂger y la guerra en Ucrania.
SerĂĄ a las 20:00 CEST en mi canal de Twitch, que antes hace demasiado calor.
Y si quieres ganar una taza de La Wikly:
Feliz martes,
Posdata: Âżpero cĂłmo no sabĂa yo esto?
Entre crĂmenes contra la propiedad se encuentran los hurtos, los robos de vehĂculos y casas, o los incendios provocados. Los hurtos son, con diferencia, los mĂĄs abundantes.