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🏡 «No lo hagas cerca de mi casa»
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Y también: una película para encogerte el corazón
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31 de enero | Madrid

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Lo importante. La lucha de Estados Unidos contra el cambio climático se está viendo frustrada por un enemigo inesperado: los grupos locales que rechazan los proyectos verdes en sus comunidades.

  • Ese rechazo es parte de un movimiento que en Estados Unidos se conoce como NIMBY, siglas que se corresponden con «Not In My Back Yard» [en español: «No en mi patio trasero»].

  • El término acoge a los movimientos locales (y vecinales) que buscan paralizar proyectos que ven como perjudiciales para sus comunidades.

Explícamelo. En otros momentos en la historia, los NIMBY se han opuesto a centrales nucleares, centros comerciales o bases militares. Pero el fenómeno es más polémico cuando intenta bloquear proyectos con propósitos positivos.

  • En Estados Unidos, los NIMBY han tenido un impacto destacado en la crisis de la vivienda por el rechazo de muchas comunidades a construir nuevas casas.

  • Pero ahora la preocupación salta a la transición ecológica conforme más y más comunidades, especialmente en las zonas rurales, ponen el grito en el cielo para frenar proyectos verdes.

Las partes implicadas tienen distintas formas de ver la situación:

  • Las comunidades afectadas por esos proyectos creen que sacrifican demasiado a cambio de poco.

  • Y la administración de Joe Biden estima que la situación hará imposible alcanzar los objetivos climáticos del país.

Mientras tanto, el reloj climático sigue en marcha.

⚡️ Proyectos frustrados

Contexto. Uno de los compromisos estrella de la administración Biden es el de situar a Estados Unidos en una posición de liderazgo global en la lucha contra el cambio climático. Los objetivos son concretos:

  • Su promesa incluye una transición total a la producción eléctrica libre de carbono para 2035 y una economía con cero emisiones netas para 2050.

  • Varias medidas legislativas tratan de lanzar al país hacia este reto, en particular la Inflation Reduction Act (IRA) de 2022, que incluye la apropiación de 127.000 millones de dólares para acelerar la construcción de proyectos de energía renovable.

El ambicioso plan del presidente ha encontrado un freno en numerosos gobiernos locales del ámbito rural. Al verse presionados por la reacción NIMBY de sus vecinos, han paralizado proyectos de parques solares o eólicos.

  • Las razones que esgrimen en este caso van desde querer mantener el carácter tradicional de sus pueblos a preocupaciones medioambientales (fauna) o de salud pública (ruido).

El uso de la tierra para la producción de energía verde es un punto habitual de conflicto, ya que este tipo de tecnología requiere mucho más terreno para generar la misma electricidad que una planta que usa combustibles fósiles.

  • Un modelo de la Universidad de Princeton ha estimado que el área que se necesita para los proyectos energéticos que pretende impulsar la IRA es equivalente a la superficie del estado de Tennessee (en España: como si incluyeras todo Andalucía y Murcia).

  • Esa baja densidad energética hace que los países dependan de las zonas rurales para cubrir la demanda de terreno, al tiempo que son estas poblaciones las que menos electricidad consumen.

🌾 La América rural

En los últimos años, varios estados demócratas han aprobado medidas legislativas en consonancia con los objetivos marcados por Biden.

  • Michigan, Connecticut, Nueva York, Oregon, Minnesota y Rhode Island exigirán a los proveedores eléctricos que el cien por cien de su energía esté libre de carbono para 2040.

  • Para lograr esos objetivos, los proveedores eléctricos podrían tener que valerse de energía renovable producida en otras partes del país, generalmente estados rurales más conservadores.

Para que te hagas una idea: un análisis del Financial Times concluyó que el 80 por ciento del dinero federal para proyectos de energía o tecnología limpia a gran escala, así como fábricas de semiconductores, ha ido a distritos de congresistas controlados por republicanos.

Biden ha conseguido alinear sus intereses con los de los estados y distritos protagonistas, pero en la mayoría de ocasiones son los gobiernos locales los que tienen la última palabra.

  • Según un estudio de la Universidad de Columbia, se han aprobado más de 200 restricciones en 35 estados distintos para frenar o bloquear iniciativas de energía verde.

  • Estos esfuerzos NIMBY entorpecen las agendas energéticas estatales, lo que ha hecho que las cámaras legislativas de varios estados aprueben medidas para limitar el poder local.

Es el caso de Michigan, donde las autoridades locales han paralizado más de 20 proyectos de energía renovable.

  • En ese estado, la totalidad de sus municipalidades tienen autoridad para calificar el uso de sus tierras, lo que les facilitaba la labor de oponerse a la construcción de parques eólicos y solares.

  • En noviembre, la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer firmó una ley que permite a una comisión desestimar los impedimentos locales por la «importancia estatal» de los proyectos.

  • La medida ha generado controversia. Varios grupos locales han protestado por lo que consideran una invasión de competencias en contra de los valores de la política estadounidense.

  • Ahora, tratan de recoger firmas para someter su oposición a referéndum este mismo año.

Michigan, Illinois y más de una decena de otros estados ya son capaces de eludir las restricciones locales gracias a este tip o de iniciativas.

💡 La idea

¿Por qué te hablo de esto? Algunos de los estados más grandes de Estados Unidos llevan años viviendo bajo el tic-tac de sus ambiciosos objetivos climáticos. Pero lo que antes era un titular positivo («Nuestro estado estará libre de carbono en 2040»), ahora tiene otro aspecto.

  • Hace 10 años, las granjas solares y eólicas protagonizaban pocos escenarios más allá de zonas rurales apartadas y autopistas en ninguna parte.

  • Pero ahora, las infraestructuras de energía renovable ya están empezando a llegar a los «patios traseros» de muchos hogares, transformando sus entornos para siempre.

Es decir, que los proyectos de infraestructura energética verde, o las líneas de transmisión y estaciones eléctricas que deben conectar esas instalaciones con el resto del país, tienen implicaciones mayores en los lugares en los que se construyen. Y ahí se genera un problema con dos vertientes:

  • Primero, las infraestructuras de energía verde pueden afectar al valor de la propiedad. Por ejemplo, por el impacto dañino que tienen sobre el turismo o la fauna locales.

  • Segundo, y quizá más importante, esas infraestructuras pueden perturbar el paisaje para siempre, alterando la imagen que tenían de él quienes han vivido ahí durante años.

Nota de Emilio: ¿Hay algo más poderoso que la nostalgia?

Explicamos esos factores porque no cabe imaginarse el movimiento NIMBY como un grupo de vecinos cabreados que quieren dinamitar los objetivos climáticos por motivos irracionales. Hay dos versiones:

El problema de todos estos bloqueos, tengan o no una preocupación justificada, es que retrasan los proyectos de energía verde que Estados Unidos requiere para alcanzar sus objetivos climáticos.

  • El modelo de Princeton que mencionábamos antes apunta que Estados Unidos debería doblar el ritmo de expansión actual de sus líneas de transmisión eléctrica para lograr sus objetivos.

  • Pero aligerar los procesos burocráticos vigentes, desestimando quejas locales, también podría abrir la puerta a la construcción de otros proyectos energéticos: los de combustibles fósiles.

Y ahí está el otro melón: los demócratas quieren facilitar la transición ecológica, pero hacerlo tendría que ser a costa de relajar las regulaciones medioambientales por las que tanto han luchado. Y eso es algo que quieren aprovechar los republicanos, abriendo un doble frente:

  • Por un lado, el de la aparición de nuevos proyectos de energía de combustibles fósiles allá donde se pueda potenciar la exploración, extracción y transporte de los mismos.

  • Y por otro, el de valerse del movimiento NIMBY y de las guerras culturales actuales para rechazar los proyectos de energía verde e impulsar otros proyectos de combustibles fósiles más cercanos a su identidad ideológica2.

Los partidarios de la energía verde suelen achacar las reticencias locales al miedo al cambio o a la desinformación sobre las repercusiones de los proyectos.

Pero a pesar de varias victorias NIMBY, la realidad es que la capacidad de producir energía verde de Estados Unidos no deja de aumentar.

  • En Kansas, donde varios condados han aprobado moratorias y el estado no puede sortearlas, casi la mitad de su red eléctrica depende de la energía eólica, comparado con un 7 por ciento en 2010.

  • Y aunque la tendencia es generalizada, no es suficiente para muchos estados, que buscan acelerar la transición o los millones de dólares que vienen con ella minimizando el poder local.

Por tanto, los próximos años serán clave. Y las elecciones presidenciales de noviembre, trascendentales.


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🎬 Una recomendación

Con la colaboración de Filmin
Por Emilio Doménech

Nebraska es una película estadounidense de 2013 dirigida por Alexander Payne. Sigue la historia de un anciano que cree haber un premio millonario y se recorre el país junto a uno de sus hijos para cobrarlo.

  • La película fue nominada a seis Óscar, incluidos los de Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Actor para Bruce Dern, quien venía de ganar el mismo galardón en el Festival de Cannes.

Es una de las mejores películas de Payne. El realizador se vale de la improbable odisea de un padre y su hijo, así como de todo el lastre de su relación errática y dolorosa, para componer un relato de nostalgia y arrepentimiento que es a la vez abrumadoramente bello e inesperadamente divertido.

  • Y menuda ristra de secundarios, todos dispuestos a añadir color a una historia que encuentra la grandeza en lo ordinario, lo absurdo y, al fin y al cabo, lo humano.

Una joya muy necesaria ahora que la genial Los que se quedan, la nueva de Payne, está en cines españoles.

Nebraska está disponible en Filmin.


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Feliz miércoles,

Posdata: no solo Jacob Elordi es vasco.

1

El greenwashing es una práctica de marketing por la que una organización promueve de forma engañosa una imagen de responsabilidad ambiental que no se corresponde con la realidad de sus políticas o acciones.

2

La industria de los combustibles fósiles, con el carbón, el petróleo o el fracking a la cabeza, son causas republicanas desde hace años.

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