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💖 Cómo querer a un negacionista
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💖 Cómo querer a un negacionista

Y también: una película para (un ya pasado) San Valentín
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15 de febrero | Madrid

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🌍 Comportamientos deseados

Lo importante. La lucha contra la emergencia climática pasa necesariamente por un cambio global de comportamiento: hacer las cosas de modo diferente para obtener resultados distintos.

  • Para esta transformación, existen dos caminos complementarios: cambios «de arriba a abajo» (legislación, inversión, regulación) y «de abajo a arriba» (creencias y comportamientos individuales).

  • Pero un estudio recién publicado por la revista Science arroja dudas sobre la efectividad de la segunda estrategia: no es fácil que cambiemos nuestros hábitos y creencias de forma voluntaria.

Explícamelo. Cambiar las creencias y comportamientos de la población respecto al cambio climático se considera importante por dos razones principales:

  • En primer lugar, reducir el impacto directo que provocan nuestros hábitos: comer menos carne, coger menos aviones, ir en bici al trabajo.

  • En segundo lugar, empujar (de abajo a arriba) a nuestros representantes políticos a proponer cambios estructurales e implementarlos.

¿Cómo concienciar con éxito a la gente? La Ciencia del Comportamiento es un recurso al que miran las organizaciones que buscan promover esta estrategia a través de campañas publicitarias y educación.

  • Académicos de esta disciplina han realizado diversos estudios para tratar de identificar «intervenciones» efectivas que contribuyan a la acción o concienciación climática de las personas.

  • Ejemplos de esas intervenciones: relacionar el cambio climático con catástrofes cercanas, escribir cartas a generaciones futuras, informar de evidencias climáticas recalcando el consenso científico.

El estudio publicado en Science buscaba poner a prueba a gran escala estas técnicas de intervención, con un trabajo que recopila datos de casi 60.000 participantes de 63 países.

  • A cada participante se le sometía a una intervención de un total de 11 opciones que habían tenido más o menos éxito en otros estudios de alcance más limitado.

  • Posteriormente, se evaluaba si uno de los cuatro «comportamientos mitigadores del cambio climático» identificados había cambiado.

  • Esos cuatro comportamientos eran: creencia en el cambio climático, apoyo a las políticas climáticas, activismo contra el cambio climático en redes sociales y disposición a pasar a la acción individual.

Los resultados. Los datos obtenidos muestran que muchas de estas intervenciones prácticamente no modifican el comportamiento de las personas.

  • Con las técnicas de mayor éxito, los pequeños cambios se lograron principalmente en personas ya concienciadas o que al menos no eran escépticas. 

Efectividad de cada intervención vía Science

Una de las conclusiones más valiosas del estudio es lo específicas que deben ser las campañas para no producir efectos que se contrarresten. Esto se explica mejor con un ejemplo:

  • Una de las intervenciones consistió en exponer a los participantes a información «pesimista» o catastrofista del cambio climático que generase emociones negativas.

  • Efectos positivos: los participantes compartieron más información climática en redes sociales.

  • Efectos negativos: la acción individual bajó y los escépticos del cambio climático apoyaron menos las políticas para mitigarlo.

Contexto. El absoluto consenso científico sobre que el cambio climático es provocado por el ser humano apunta directamente a nuestro comportamiento como el eje sobre el que actuar para un futuro sostenible.

  • Se estima que los hogares son responsables del 72 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que apunta directamente a nuestras opciones de consumo: qué comemos, cómo viajamos, qué fuentes de energía usamos.

  • Las soluciones tecnológicas pueden contribuir, pero los principales expertos advierten de que sólo resolverán parte del problema.

«El problema es 50/50: 50 por ciento comportamiento y 50 por ciento tecnológico. Las tecnologías deben evolucionar conjuntamente con los comportamientos para tener un impacto transformador», indica Benjamin Sovacool, de la Comisión por la Sostenibilidad de Cambridge.

💡 La idea

¿Por qué te hablamos de esto? La lucha contra el cambio climático se ha convertido en otra guerra ideológica de identidades, limitando las posibilidades de los cambios de comportamiento. En ese sentido, Estados Unidos es un ejemplo paradigmático:

  • Desde la derecha, tergiversan la información sobre cambio climático para defender una identidad cultural (el coche de gasolina, la mina de carbón) y unos intereses (una regulación reducida, unos impuestos bajos).

  • Desde la izquierda, se valen de la bandera del consenso científico para imponer cambios (prohibir el coche de gasolina, cerrar la mina de carbón) e iniciativas políticas (endurecer la regulación, unos impuestos altos).

El problema de esa dualidad es que luego salta a la confrontación más descarnada entre los voceros de la derecha y los activistas de la izquierda. Esa batalla desencadena la clase de bunkerización que luego limita los logros de la Ciencia del Comportamiento.

🛤️ Camino a seguir

Entonces, ¿qué hacer? Las líneas políticas ya están dibujadas, así que la búsqueda de soluciones quizá ya no pasa por convencer a todos de que el cambio climático es un «gran problema» para que hagan algo al respecto, sino por ofrecer opciones de valor y descartar el etiquetado («negacionista», «terraplanista»).

  • Si las opciones para la transición ecológica son «limpias, buenas y baratas», quienes se oponían a ellas acabarán aceptándolas por conveniencia, en vez de por obediencia.

  • Texas, un estado que vota consistentemente por el Partido Republicano, lidera las listas de estados con mayor inversión en energía solar y eólica porque la tecnología es limpia, es buena y es barata.

⚠️ Somos conscientes del enfoque liberal de ese último ejemplo, pero muchas veces podría ser el único camino para empujar a los menos convencidos en la lucha contra el cambio climático.

Es decir, no solo es recomendable promover el cambio de comportamiento desde arriba hacia abajo, sino que también se antoja necesario.

  • Sin infraestructuras que permitan a los ciudadanos cambiar sus hábitos de transporte en una gran ciudad, no hay cambio posible en la movilidad.

  • Sin alternativas de energía limpia para electrificar un hogar, la gente no puede huir de las fuentes contaminantes.

  • El defecto de esa aproximación es que si el camino pasa por implantar medidas más impopulares o por decrecer económicamente para implantarlas, entonces vender el cambio será más difícil.

Pese a todo, en los últimos años se han puesto al mismo nivel de importancia los cambios que pueden hacer los ciudadanos (abajo hacia arriba) que los cambios estructurales impulsados por los gobiernos (arriba hacia abajo).

  • Por una parte, por el impacto directo que nuestros hábitos pueden producir para reducir las emisiones: hasta un 20 por ciento, según algunos estudios.

  • Por otra parte, por la necesidad de que haya una población concienciada que apoye o acepte e regulaciones desde arriba que cambian nuestro modo de vida.

  • Sin ir más lejos, un estudio de la Universidad de Pensilvania sugiere que minorías sociales movilizadas de en torno al 25 por ciento son capaces de producir cambios sociales.

Sin embargo, el estudio de la revista Science invita a repensar los esfuerzos que se dedican a tratar de concienciar para cambiar nuestras creencias y comportamientos voluntarios.

  • Primero, porque, para que sean efectivas, las campañas de sensibilización deben estar muy bien dirigidas a objetivos muy concretos. Y aun así, sus efectos parecen limitados.

  • Y segundo, porque la creencia en el cambio climático y el apoyo a las políticas para mitigarlo ya cuentan con gran apoyo. Esta investigación sugiere poco margen de mejora en ese frente.

El estudio puede cambiar la corriente académica y sumar argumentos para los que señalan a la concienciación como una estrategia complementaria, no como la razón de ser del activismo climático o de las estrategias de gobiernos implicados.

¿Entonces? Por nuestra parte, en La Wikly queremos afrontar dos retos para el futuro:

  • Abandonar el etiquetado ideológico y evitar entrar en la eterna lucha contra la desinformación climática auspiciada desde parte de la derecha.

  • Centrarnos en las consecuencias reales del cambio climático, así como en las tecnologías y los avances científicos que ayudarán a sumar a más personas a la transición ecológica.

El futuro es y debe ser optimista. Y eso pasa por aprender a querer a los negacionistas y sumarlos al equipo del cambio con ese mismo optimismo.


🎬 Una recomendación (por San Valentín)

Con la colaboración de Filmin
Por Emilio Doménech

Orgullo y prejuicio es una película de 2005 dirigida por Joe Wright. Sigue la historia de una de las cinco hermanas Bennett, Lizzie, que huye de la obsesión de su madre porque encuentre marido hasta que conoce al señor Darcy.

  • El reparto lo encabezan Keira Knightley y un Matthew Macfadyen que por desgracia no volvió a tener una oportunidad similar hasta Succession.

Con esta película, Wright debutaba como director de largometraje y se consolidaba de inmediato como una de las voces británicas más elegantes y atractivos del cine británico.

  • La belleza y la suntuosidad de la cámara son el complemento perfecto a la historia de amor universal que escribió Jane Austen a finales del siglo XVIII.

  • Y Knightley y Macfayden, así como el elenco excepcional que luego rodearía a las películas corales posteriores de Wright, son la guinda de esta joya romántica.

Para más expectación: Wright está trabajando en una miniserie sobre el ascenso de Benito Mussolini, aunque todavía se desconoce fecha de estreno. Ga-na-zas.

Orgullo y prejuicio está disponible en Filmin.


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Feliz jueves,

Posdata: el mejor fondo de pantalla es… la vida.

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