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🎨 DALL-E: el salto creativo de la IA
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🎨 DALL-E: el salto creativo de la IA

Y también: la decisión de la Fed y futuro para el hombre que amenazó a Kavanaugh.

16 de junio | Nueva York

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Imagen creada por la IA Dall-E con la indicación: “Un niño de suburbs con un boom box por cabeza caminando por la calle con sus amigos, arte digital, destello de lente”

🎨 Robots con arte

Por Emilio Doménech

Lo importante: un programa de inteligencia artificial llamado DALL-E, capaz de crear imágenes a partir de descripciones textuales, lleva semanas fascinando a millones de usuarios que han podido dar cuenta de sus capacidades.

  • Pero su popularidad también lanza un aviso sobre los peligros de poner a disposición del público tecnologías para las que todavía no se han establecido raíles éticos y regulatorios consensuados.

Contexto: DALL-E usa una tecnología desarrollada por el laboratorio de inteligencia artificial OpenAI. En su segunda versión estrenada hace un par de meses, DALL-E es capaz de generar imágenes hiperrealistas con descripciones enrevesadas como la que encabeza este párrafo.

  • DALL-E también puede hacer modificaciones sobre imágenes que le ofrezcas. Por ejemplo, podrías subir una foto de tu perro y decirle a DALL-E que pruebe en él distintos trajes de superhéroes. Estoy seguro de que hará un trabajo espléndido. Y si no me crees…

Otro ejemplo: “Una fotografía altamente detallada, vintage y con grano de coches voladores en la ciudad de Nueva York en 1936”.

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Y otro más: “Desierto de Arizona, conejo, diorama, bokeh”.

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Lo sé. Es una locura. El periodista Casey Newton ha tenido acceso a la beta y ya está probando DALL-E para crear las imágenes de portada de sus artículos sobre Facebook (el logo de la plataforma sobre un tornado) o sobre Google (el logo de la compañía sobre un cerebro).

  • Solo unas pocas miles de personas como Newton tienen acceso a la beta. Desde OpenAI están limitando el acceso por dos razones: la falta de capacidades tecnológicas para sostener a un número mucho mayor de usuarios y el querer controlar su uso responsable.

Explícamelo: una de las mayores preocupaciones en torno a herramientas como DALL-E es el uso que pueden hacer de ellas personas con intereses nocivos.

  • Por eso quienes participan en la beta tienen que adscribirse a pautas que impiden la creación de imágenes con sexo o violencia.

  • También está prohibido subir imágenes de otras personas sin su permiso o usar la herramienta para crear imágenes engañosas.

Pero por muchos límites que establezcan desde OpenAI, todos los que hemos vivido en la era de Facebook sabemos de las limitaciones de las plataformas a la hora de establecer pautas que luego el público se salta según le convenga.

  • La suerte es que en OpenAI están siendo muy precavidos con la forma en la que abren su aplicación, con lo que queda tiempo para abrir debate y plantear marcos de los que DALL-E debería no poder salir (si es que realmente podemos poner límites a esta tecnología).

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¿Y ahora? Si nos mantenemos en lo positivo, DALL-E plantea un desafío (¿o una oportunidad?) para campos como el diseño gráfico.

  • En La Wikly no nos podríamos permitir pagar a un diseñador para que nos haga ilustraciones para estas columnas, con lo que pedírselo a DALL-E de forma gratuita nos ayudaría a hacer más atractivas nuestras newsletters.

Aunque la aplicación más interesante se la he leído a Ben Thompson en su newsletter Stratechery: una versión más avanzada de DALL-E podría ser una herramienta de coste marginal cero para la construcción de los mundos digitales del metaverso.

  • Piensa: Naughty Dog necesita a cientos de empleados para diseñar los escenarios de videojuegos como Uncharted, pero un DALL-E en esteroides podría coger esas referencias previas y crear mundos increíbles que los diseñadores después solo necesitarían retocar.

No sé, da que pensar. De momento, he solicitado acceso a la beta mientras espero a que se escriban más ensayos sobre el futuro de DALL-E y la inteligencia artificial. Y hasta entonces, me quedaré prendado de la cuenta de Instagram del programa. Cuidado que engancha.

Más información en The New York Times.

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