🧬 Hey, qué tal. En esta entrega, te contamos por qué internet está provocándole tantos quebraderos de cabeza a periodistas y creadores de contenido (y a mí, Emilio, por el maldito SIBO).
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😢 Maldito SIBO
Hace un par de meses me diagnosticaron SIBO, o sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado. Así en resumidas cuentas, llevaba unos cuantos meses con dificultades estomacales y resulta que me tengo que tomar una medicación y seguir una dieta estricta para intentar repararlo.
(Soy muy de humor escatológico y podría ahondar un poco más en los detalles, pero tampoco quiero hacerte pasar por eso).
El caso es que esto se lo conté a 200 millones de personas a largo de las siguiente semanas. Sobre todo, para justificar que empecé a convertirme en la clase de persona que pregunta en los restaurantes qué partes del menú van sin gluten y sin lactosa.
Repito: la dieta era bastante estricta.
Una de esas personas que escucharon mi historia es un amigo que también tenía dificultades estomacales. Y una vez metí la semilla del SIBO en su cabeza, empezó a investigar. Mi amigo llegó a la conclusión de que él probablemente también tenía SIBO. Había hecho lo que cualquiera de nosotros: buscar en Google, entrar en una web tipo Quora y concluir que, o SIBO o cáncer.
¿Quién ha buscado en TikTok, en vez de Google, información sobre SIBO?
¿A quién de ellos se le han acumulado suficientes cookies en el ordenador como para que Instagram haga de la suyas y solo le presente vídeos cortos sobre SIBO?
La mejor dieta para el SIBO.
Los mejores complementos vitamínicos para el SIBO.
Ojo a esta planta medicinal, que puede hacer maravillas con tu intestino delgado.
Me descojono mientras escribo estas líneas, pero ya asumo que planteo escenarios que en esta era de la información no son solo más que factibles, son la realidad de nuestro ecosistema mediático.
Porque a los picos de búsquedas en Google y a la viralidad de los vídeos cortos en Instagram le siguen siempre una cobertura mediática acorde. Y por tantos artículos que desmienten las dietas disparatadas y las plantas medicinales inservibles, hay otros muchos en busca de clic y de beneficios empresariales que terminan por intoxicarlo todo.
El asunto va a ir a peor.
Las granjas de contenido en países no supervisados1 y el ascenso de la creación de contenido por inteligencia artificial solo van a empeorar el régimen sobreinformativo de la cobertura sobre Ciencia y Salud.
Pero también hay optimismo.
Hace unas semanas, desde La Wikly y beBartlet, con el apoyo de Fundación La Caixa y Novartis, congregamos a un grupo de periodistas y creadores de contenido especializados en Ciencia y Salud para explorar esos desafíos. Entre todos, vislumbramos algunas rutas para hacerles frente:
Buscar sinergias entre medios y creadores de contenido especializados. Médicos y científicos con experiencia en redes sociales pueden ser un filón para llegar a las generaciones digitales necesitadas de voces autorizadas.
Crear estándares de verificación en redes sociales para periodistas y creadores de contenido. Quizá, insignias de especialización para aportar prestigio a periodistas y creadores, pero también para ayudar a la audiencia a evitar a los malos actores.
Evitar la dependencia del clic y de las tendencias salvo para luchar contra la desinformación, evitando así sobrecargar el espacio informativo sobre Ciencia y Salud (necesito dejar de ver vídeos sobre «cacas buenas» y «cacas malas»).
Lo más llamativo de esa sesión a la que llamamos Misión Transmedia es que parecía existir una desconexión entre periodistas y creadores. Pocos conocían bien lo que hacía «el otro bando», evidenciando un precipicio de separación entre unos y otros.
Algunos veían que los medios tradicionales cometían demasiados errores. Pero los periodistas explicaron que muchos de esos errores suelen venir de la precariedad instaurada en los medios españoles, no en el periodismo especializado bien remunerado.
Los otros, que los creadores no son periodistas y solo tienen como interés el beneficio de las empresas privadas que los contratan. Pero los creadores exhibieron competencias y alcance para demostrar la valía de su trabajo.
En realidad, todos buscaban el mismo cometido: informar lo mejor posible a sus audiencias. Y gracias a la sesión, muchos intercambiaron números de teléfono para futuras colaboraciones y tendieron puentes en esos precipicios que parecían insalvables.
Por mi parte, no encontré compañeros de odisea para el SIBO, pero sí una esperanza: todos estaban de acuerdo e insistieron en lo mismo: «Emilio, haz caso a tu médico de cabecera».
🦠 ¿Tengo SIBO, TikTok?
Por Mar Manrique
Me duele la garganta, ¿agua con sal o gárgaras con tomillo? ¿Por qué sangran las encías? ¿Soy intolerante al gluten? Sea lo que sea, Dr. Google tiene la respuesta. El buscador se ha convertido en el médico virtual de millones de usuarios, lo que ha desencadenado en el traslado progresivo de las cuestiones médicas de las consultas a los foros digitales, las plataformas como WikiHow e incluso TikTok. Así lo demuestran los datos:
El 65 por ciento de la población española usó la red para buscar información relacionada con Salud en 2022.
Uno de cada cinco estadounidenses recurre a TikTok antes que a su médico en busca de consejos sobre Salud.
Un ejemplo de este fenómeno es el caso de la creadora Constanza Chismechian, cuyo tiktok acumuló más de 500.000 me gusta y 12 millones de visualizaciones. En el video, la argentina relata cómo le diagnosticaron SIBO tras sufrir hinchazón abdominal con la ingesta de cualquier tipo de alimento y sin seguir un patrón claro. Su tiktok se llenó de comentarios y preguntas como estas:
«¿Y qué tratamiento te mandó?».
«Chicas, a veces puede ser también el síndrome del colon irritable. Yo tuve. Si tenés otros síntomas que ella dice no tener, puede llegar a ser eso».
¿Son las redes sociales un lugar donde compartir información y recomendaciones como si de amigas se tratase o un espacio donde desinformación y autodiagnóstico encuentran tierra fértil para prosperar? Y, sobre todo, ¿en qué lugar deja esto a los divulgadores y los periodistas especializados en temas de Salud, Clima o Nutrición?
El periodismo científico no está pasando por su mejor momento:
La cadena CNBC ha desmantelado la mesa sobre Clima.
La revista Popular Science ha despedido a parte de su plantilla y ha dejado de publicar su revista impresa con más de 150 años de historia.
El equipo de ciencia del medio FiveThirtyEight también ha sido reducido.
Y National Geographic ha despedido a gran parte de sus trabajadores.
En un contexto donde la confianza y la sostenibilidad del periodismo científico están en detrimento, periodistas y divulgadores tienen que tirar de inventiva para mantener su posición en un espacio digital donde los sobrediagnósticos y los autodiagnósticos campan a sus anchas.
Emoción vs. Razón. Frases impactantes, sonidos e imágenes sorprendentes. La información científica necesita de storytelling para llegar a la audiencia y, en un tema tan delicado como la propia salud de los usuarios, la experiencia personal a menudo prima frente a los datos.
¿Qué puede hacer el periodismo frente a eso? Bajo esa premisa reflexionaron periodistas y divulgadores en Misión Transmedia.
A TikTok se suben una media de 11 millones de vídeos al día, según fuentes oficiales de la app. Entre ellos, usuarios compartiendo sus experiencias y/o contenido desinformativo. Por eso, el periodismo científico tiene una oportunidad en las redes sociales: para estar al día de lo que prolifera en estos espacios y poder comunicarlo o desmentirlo.
Hay algunas cuestiones que merecen equidistancia y otras no. Hay temas susceptibles de opinión y otros basados en la evidencia científica, y es necesario diferenciarlos.
La inteligencia artificial puede servir de ayuda cuando se trata de sondear y dar respuesta a la desinformación que corre por internet. Por ejemplo, con plataformas de fact-checking que se valen de chatbots para responder dudas.
El ejercicio es complicado por varios motivos, como el escaso interés que tiene gran parte de la población en la información científica, el exceso de ruido que circula en internet, y la dificultad para destacar entre la multitud de contenidos disponibles. También, por la precariedad de la propia profesión: los tiempos de reacción frente a una información, en muchas ocasiones, no permiten una respuesta reposada, y eso se traduce en la calidad de las noticias que se comparten. ¿Y qué ayudaría a todo eso? Los profesionales citados por beBartlet y La Wikly llegaron a algunas conclusiones:
La alfabetización mediática desde pequeños para ayudar a los futuros usuarios a desarrollar espíritu crítico y que puedan enfrentarse más adelante a las informaciones compartidas en redes sociales.
Ser capaces de transmitir la incertidumbre. En una de las mesas se habló de algo muy importante: ¿Cómo se puede divulgar sobre algo que no se conoce? ¿Cómo se puede reconocer el desconocimiento? Los periodistas deben encontrar la manera de comunicar la incertidumbre, porque cuando existen huecos informativos –fruto de trabajos de investigación que llevan su tiempo– la desinformación los completa.
Feliz domingo,
Posdata: la reina de la comedia.
Una «granja de contenido» es una compañía que contrata a redactores para producir grandes cantidades de contenido de baja calidad, generalmente con el objetivo de atraer tráfico web y generar ingresos publicitarios. Es habitual leer artículos sobre granjas de este tipo en países como India.
Buff pues suerte porque Rifaximina más dieta baja en fodmap no suele dar muy buenos resultados. Suele volver.