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18 de septiembre | Madrid
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En esta entrega, la activista jurídica Noor Ammar Lamarty escribe sobre la situación política de Marruecos y la necesidad de pedir cambios tras el terremoto que ha asolado algunas de las zonas más pobres del país.
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🇲🇦 Una asignatura pendiente
Por Noor Ammar Lamarty
¿Cuál es el precio de la verdad? ¿Qué dicen los silencios y las ausencias? Me refiero a todo lo que sucede lejos del ruido y la exaltación. El punto de inflexión está marcado. Marruecos, mi país, es un gran país. Lo es por sus obreros, por sus trabajadoras, por sus barriadas y por sus campos. Lo es por el sudor y el dolor de millones de hombres y mujeres. Estos días de forma más evidente que nunca.
Marruecos logra resarcirse de la miseria y el pesar porque el pueblo sabe que solo el pueblo salvará al pueblo, y por lo tanto se organiza para ello. Pareciera que de las instituciones no podemos esperar nada, o no queremos esperar nada; una ceguera fruto del cinismo. Pero ahora, después del terremoto, la ciudadanía tiene más que nunca una asignatura pendiente: exigir responsabilidades, depurar culpas, alzar la voz, decir la verdad. Hace tiempo que el Gobierno de Marruecos no siente la presión del poder real que debería controlarlo: el de la gente.
Con las manos temblorosas y la incertidumbre en el pecho, ahora comprendo que hicimos mal mirando hacia otro lado, y que esta desgracia es un recordatorio de todo lo no nombrado y denunciado, de todo lo que mantuvimos de forma negligente en los márgenes. Hoy los lamentos se llenan de lágrimas porque hay quien ha perdido el único motivo para seguir callado: sus seres queridos.
Las zonas rurales de Marruecos acostumbran a tener un pacto de silencio con las capitales. Trabajar con sus mujeres y sus niñas me hizo comprender ese inhóspito mundo, tan infrarrepresentado en las instituciones. Sus gentes, adultos, niños y ancianos se han conformado con existir sin hacer mucho ruido. Son los que más padecen el paternalismo y la infantilización por parte de quienes se creen mejores por saber usar una tarjeta bancaria y hablar en francés en tono altivo. Ellos, silenciosos y hoy víctimas, saben que se les ve pero no se les mira, porque no se les reconoce. Porque olemos a generosidad pero también apestamos a clasismo.
El establishment no pregunta al pueblo qué quiere, sino que regala mezquitas bellísimas en las que rezar para que el cáncer no se lleve a una madre que no puede financiarse la radioterapia. Refuerza el derecho religioso, pero obvia el derecho universal a la sanidad. El establishment no cuestiona el abandono escolar de los niños que se agarran a caminos para cruzar la frontera, ni la explotación física y a veces sexual de las niñas cuando no son casadas. El establishment decide que queremos un paseo marítimo y un centro comercial en vez de ambulancias medicalizadas, auxiliares preparados, médicos, enfermeras y matronas en el sector público.
A los marroquíes nadie nos ha preguntado qué queremos. Por eso la ayuda humanitaria interna, la ayuda que nos damos, es también nuestro parche inmediato, una forma de amortiguar la cruda realidad. La solidaridad y generosidad entre los marroquíes es una manta genuina y bondadosa que apaga un fuego y obvia que la tierra ya está quemada.
Tenemos la obligación moral de cuestionar las decisiones unilaterales del poder, de quienes manejan las cuerdas de nuestras vidas y no se dan cuenta de que, en muchos casos, están rotas. Quiero integridad y dignidad para Marruecos. Hombres y mujeres que se mojen y vayan al barro y se arriesguen para cambiar el país. Ante las preguntas que nos hacemos, quiero respuestas, no plegarias. Quiero un porvenir en el que creer. Quiero otro futuro para Marruecos.
Puedes leer más de Noor Ammar Lamarty en Revista 5W.
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En otro orden de cosas, volveré este martes para una nueva sesión de política internacional poniendo el foco en los desastres que han asolado Libia y Marruecos, así como la última hora desde Ucrania y las preocupaciones demócratas en torno a la candidatura de Joe Biden.
Podrás seguir el directo a partir de las 20:00 CEST en Twitch.
Feliz lunes,
Posdata: y tan hermanos (wait for it).