

Discover more from La Wikly de Emilio Doménech
24 de julio | Moraira, Alicante
📬 Esta semana, volvemos a colaborar con nuestros amigos de Revista 5W, el medio de comunicación fundado por periodistas y que desde hace años apoya el trabajo periodístico de multitud de corresponsales repartidos por el globo.
En esta entrega, Eileen Truax explica desde Panamá cómo el valor de las mercancías que cruzan el Canal tienen más valor que las personas que buscan una vida mejor en el norte del continente.
Si quieres seguir con nosotros las ideas de política, cultura y tecnología que mueven el mundo, apúntate a La Wikly Premium para recibir hasta tres columnas de actualidad a la semana:
🕰️ Leer esta newsletter te llevará 5 minutos y 16 segundos.
👋 Aguanta hasta el final para un buen tuit sobre la Nintento Switch. Bienvenido a La Wikly.
🇵🇦 «Mercancías» diferentes
Por Eileen Truax
Se abre una esclusa y cae un chorro de agua; el barco se mantiene inmóvil para, una vez que el agua llene el espacio frente a él, pasar al otro lado guiado por cinco locomotoras que evitarán que sus costados choquen con los muros del canal.
Panamá, te dicen los de aquí, existe como nación porque existe el canal. No es una metáfora: la separación oficial de Colombia se formalizó en cuestión de horas en noviembre de 1903, con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos, que de inmediato inició la construcción del canal de Panamá. Ni ideales políticos, ni orgullo nacional: la última palabra de la lucha por la soberanía la tuvo la necesidad capitalista del libre tránsito.
Allá atrás viene otro barco. Tardará más o menos una hora en pasar por este punto, conocido como Miraflores: entrar a las esclusas, abrir y cerrar compuertas, pasar de un lado al otro para bajar al nivel del mar, y salir directo al golfo de Panamá, y de ahí al océano Pacífico. Este es el final del recorrido que inició hace diez horas en Agua Clara, el punto de entrada al canal por el Caribe panameño; en cuestión de horas estas naves han pasado de un lado al otro del continente americano.
A 200 kilómetros de este sitio, yendo hacia el sur, hay otro cruce que, dicen también los de aquí, no es cruce. El gobierno panameño ha lanzado una campaña con el eslogan “El Darién no es una ruta”, que busca desincentivar a los migrantes que vienen de América del Sur hacia Centroamérica, en la mayoría de los casos con el fin último de llegar a Estados Unidos.
Es cierto que en esa selva tupida del Darién no hay caminos: no existe un punto de ingreso oficial, una garita fronteriza, un puesto de control que permita el cruce desde Colombia a Panamá. Para hacerlo, es preciso tomar un barco o un avión y, por tanto, tener los documentos que te acreditan para entrar al país: un pasaporte y, en el caso de algunas nacionalidades —si eres cubano, venezolano, haitiano—, también una visa. Por esa razón, aunque no haya caminos —y aunque el Gobierno lo niegue—, el Darién se ha convertido en una ruta.
El barco que cruza por Miraflores lleva a bordo más de tres mil contenedores, cada uno con capacidad para 32 metros cúbicos de mercancía. Estas naves pagan en promedio 120.000 dólares para navegar los 80 kilómetros que mide el canal, aunque las más grandes, con capacidad para hasta 11.000 contenedores, han llegado a pagar más de un millón de dólares: dime cuánto puedes pagar y te diré cuánto espacio de libre tránsito te daré por mi territorio. Lo cual es irónico, porque allá en el sur, aunque también se cobra el paso por el camino que no es ruta —entre 300 y 500 dólares para ir en lancha de Colombia a la entrada del Darién, donde empiezan los 160 kilómetros de selva que se recorren en hasta diez días—, no hay libertad, ni seguridad ni protección para quienes cruzan.
Mientras los barcos suben y bajan en las esclusas ante la mirada asombrada de los turistas que han pagado 17 dólares —un monto que además les da derecho a ver una película IMAX sobre la historia del canal en voz del mismísimo dios, Morgan Freeman—, allá en el sur, en la selva, cada día 700 personas caminan entre el fango, la maleza, los mosquitos, los animales, los cadáveres de otros migrantes, el calor y la humedad.
Este viaje de hombres, mujeres, niños que vienen de Haití, Venezuela o Cuba, pero también de Camerún, la India o Bangladesh, no lo narra Morgan Freeman ni lo dirige ningún Spielberg, porque para llegar a Hollywood, las historias también han de pagar peaje. En Panamá, para ser motivo de orgullo y de pantalla IMAX, vale más ser mercancía dentro de un contenedor, que la mercancía de un coyote para el cual tu vida es el único arancel.
Puedes leer más de Eileen Truax en Revista 5W.
🛩️ Con LEVEL
Lo importante. La aerolínea de bajo coste y largo radio LEVEL ofrece vuelos baratos a destinos como Boston, una ciudad que gana enteros en los meses del otoño antes de que el frío se apodere de sus calles (y te lo digo por experiencia que a partir de diciembre allí hace MUCHO frío).
Los meses de transición del final del verano son imprescindibles para conocer sus barrios, desde las tiendas de Newbury Street al barrio italiano del North End, pasando por los jardines del Back Bay.
Y no se puede perder la ocasión de visitar el museo Isabella Stewart Gardner o ver un partido de béisbol de los Red Sox en el icónico estadio de Fenway Park.
¿Mi recomendación? Reserva ya tu vuelo con LEVEL para los meses de octubre o noviembre por poco más de 400 euros ida y vuelta para visitar Boston en su momento más dulce.
Busca tu vuelo perfecto a las Américas en LEVEL.
🗞️ Lecturas recomendadas
🎥 Saludemos al héroe desconocido de Barbie
Vulture (en inglés; 6 minutos)
🎬 ‘Sound of Freedom’: inesperado taquillazo, turbio trasfondo QAnon
Newtral (en español; 8 minutos)
🐊 La humillación de Ron DeSantis
The Atlantic (en inglés, 14 minutos)
🇭🇹 Haití, secuestrada
The New Yorker (en inglés, 52 minutos)
En otro orden de cosas, intentaré volver este martes con una nueva entrega de ‘Nanísimo por el mundo’ para repasar los titulares internacionales del momento, con especial atención puesta en China y Ucrania, aunque estoy con un internet un poco raro y no sé si saldrá bien.
Podrás seguir el directo a partir de las 20:00 CEST en Twitch.
Feliz semana,
Posdata: un buen turista alemán.