29 de junio | San Juan, Argentina
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🇬🇹 Guatemala elige presidente
Lo importante. Guatemala vivió este pasado domingo unas elecciones presidenciales con sorpresa tras el pase a segunda vuelta de una de las favoritas, Sandra Torres, del Partido Unidad Nacional de la Esperanza; y de uno de los improbables, Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla.
Los comicios que buscan un reemplazo para el presidente Alejandro Giammattei se caracterizaron por un porcentaje altísimo de ausentismo y voto en blanco.
La segunda vuelta todavía está a un par de meses vista: se celebrará el próximo 20 de agosto.
Explícamelo. Previo a la jornada electoral, la mayoría de encuestas y análisis de intención de voto arrojaban tres aspirantes al Palacio Nacional favoritos para estas elecciones: la ex-Primera Dama Sandra Torres, el diplomático Edmond Mulet y la hija del fallecido dictador Efraín Ríos Montt, Zury Ríos.
Sandra Torres, de 67 años, es la exesposa del fallecido presidente socialdemócrata Álvaro Colom (2008-2012). Colom respaldó el trabajo de una comisión creada por la ONU que operaba como una fiscalía independiente y destapó importantes casos de corrupción en el país.
Licenciada en Comunicación y empresaria textil, inició su vida política en 2003 cuando fundó la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), partido socialdemócrata que llevó a Colom al poder y que ella actualmente dirige.
Mientras fue primera dama, Torres impulsó programas de protección social orientados a reducir la pobreza urbana y rural, así como la desnutrición. También impulsó reformas administrativas que dieron solidez y prospectiva a estos programas.
En 2019 se presentó como candidata a las elecciones presidenciales y fue acusada de financiación electoral y asociación ilícitas. Torres denunció persecución política y finalmente el caso fue cerrado en 2022.
Torres logró el primer puesto en las presidenciales del pasado domingo con casi el 16 por ciento de los apoyos, dando cuenta de lo fragmentado que estuvo el voto.
Los otros favoritos. Los candidatos Edmond Mulet, del partido centroderechista Cabal, y Zury Ríos, líder de la coalición conservadora Valor-Unionista, se quedaron cortos de las expectativas. Ninguno superó el 7 por ciento de los apoyos.
Mulet arrastraba una extensa experiencia en materia diplomática en la ONU y su programa político se centraba la modernización económica, social, de seguridad y del Estado, con la educación, la desnutrición y el combate a la corrupción como temas prioritarios.
Mientras que Ríos abanderaba postura ideológica liberal clásica y reivindicaba el legado político de su padre a través de promesas como una política de seguridad especialmente agresiva contra las bandas criminales.
La sorpresa. Pese a que la mayoría de analistas políticos y medios ubicaban a Mulet y Ríos como favoritos, quien finalmente consiguió el otro hueco de la segunda vuelta fue el catedrático Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla.
Conocido como “tío Bernie” por sus similitudes con el político estadounidense de izquierda Bernie Sanders, Arévalo se presentó a estos comicios presidenciales abanderando una campaña contra la corrupción y la impunidad.
Hijo de Juan José Arévalo Bermejo, primer presidente democrático que tuvo Guatemala tras décadas dictatoriales, Bernardo Arévalo fundó la agrupación Semilla en 2015 bajo la premisa de generar un espacio de lucha anticorrupción con valores socialdemócratas.
Las encuestas previas a la jornada electoral predecían para Semilla el séptimo u octavo puesto, pero el espacio cerró la jornada consagrándose como uno de los ganadores de la jornada.
«El electorado estaba harto, cansado de un sistema político que estaba cooptado por estos grupos de siempre y lo que estaba buscando era una alternativa decente y creíble. Nosotros no figurábamos en las encuestas pero siempre dijimos que no veníamos a ganar encuestas, veníamos a ganar en las urnas», dijo Arévalo tras conocerse los resultados.
💡 La idea
Aunque Torres y Arévalo se consolidaron como los dos grandes ganadores del domingo, el porcentaje de votos que obtuvieron fue significativamente bajo. ¿Las razones? Un número elevado de candidatos (22) y el protagonismo de la abstención y del voto nulo y en blanco.
Casi el 40 por ciento del total de guatemaltecos habilitados para votar eligió no participar en las elecciones, que no revisten carácter obligatorio como otros países latinoamericanos, mientras que el 24 por ciento de las boletas quedaron en blanco o fueron viciadas.
Es decir, casi dos terceras partes del electorado en Guatemala eligió no votar por ninguna de las candidaturas presidenciales. Esta profunda ausencia de participación denota el alto nivel de apatía y desconfianza en el sistema político guatemalteco, según destacaron varios analistas.
El sorpresivo enaltecimiento de una figura como Arévalo, que ha orquestado el principal pilar de su campaña presidencial en torno al objetivo de acabar con la corrupción, también evidencia la desconfianza de la ciudadanía en las instituciones guatemaltecas.
Esto, además, en un marco de cuestionamiento a las prácticas autoritarias ejercidas por el gobierno de Giammattei contra opositores y medios de comunicación.
Creo que Renzo Rosal logra explicarlo muy bien en este artículo de la BBC:
«Todas estas decisiones controversiales, el alto nivel de judicialización de la política y la persecución a candidatos y operadores de justicia hacen que, a pocos días de votar, el ambiente aquí esté bastante enrarecido y oscuro. No se respira un aire de fiesta ni euforia como otras elecciones. Esta vez están marcadas por la regresión de la democracia, que en Guatemala nunca ha llegado a estar consolidada, y por un fortalecimiento autoritario».
Contexto. Como adelanté en esta edición, las elecciones presidenciales en Guatemala estuvieron marcadas por la polémica después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) decidiera invalidar algunas de las candidaturas opositoras mejor posicionadas.
La semana pasada, la popular líder de izquierda Thelma Cabrera llamó a los pueblos indígenas del país a votar nulo o en blanco en estos comicios, clave en un país cuya población de origen maya ronda el 50 por ciento.
Para Cabrera, a quien le fue invalidada su postulación para las elecciones presidenciales, ningún candidato los representa, y elegir a alguno sería cómplice «de la mafia y del pacto de corruptos».
Su partido, el Movimiento por la Liberación de los Pueblos (MLP), intentó sin éxito apelar el descarte de su candidatura.
Sin embargo, Cabrera no fue la única descalificada. También lo fueron Roberto Arzú, hijo del expresidente ultraderechista y conservador Álvaro Arzú, y el empresario de aviones Carlos Pineda.
En el caso de Arzú, el argumento es que había incurrido en «campaña anticipada» debido a su constante denuncia de los escándalos de corrupción que salpican al actual presidente Giammattei.
Por su parte, Pineda había buscado emular el discurso populista de Donald Trump y en mayo una encuesta nacional lo ubicó como líder solitario en la carrera, pero fue descalificado por irregularidades en la asamblea en la que se confirmó su candidatura.
La Organización de Estados Americanos (OEA) envió una misión electoral para supervisar los comicios presidenciales del pasado domingo. En su informe preliminar, la misión «condena los episodios de violencia registrados en días previos a la elección, que resultaron en la muerte de varias personas, incluyendo candidatos y otros actores políticos».
Precisamente, la mayoría de las observaciones críticas se relacionan con las instancias previas a los comicios, especialmente durante la etapa de la inscripción de partidos y candidaturas.
La misión de la OEA cuestiona que alrededor del 10 por ciento de los candidatos, incluidos cuatro binomios presidenciales, fueran excluidos de la competencia electoral.
¿Y ahora? Bernardo Arévalo, el inesperado vencedor de la primera vuelta electoral, enfrenta ahora una carrera cuesta arriba contra Sandra Torres.
Torres, además de ser más conocida, tiene a su favor los programas populares de ayuda alimentaria y transferencias en efectivo a familias desfavorecidas que realizó como primera dama.
Cualquiera que sea el ganador en segunda vuelta, Guatemala estará marcando un gran cambio en la balanza ideológica del país, cuyos últimos tres presidentes han sido de tendencia derechista.
Sin embargo, el partido Vamos del actual presidente Giammattei será bancada mayoritaria en el Congreso tras haber obtenido 40 escaños de un total de 160.
El partido de Torres tendría 27 y el de Arévalo, 24, por lo que las negociaciones serán imprescindibles para consolidar un plan de gobierno ejecutable en el país.
Puedes leer más en Prensa Libre.
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En otro orden de cosas, volveremos la semana que viene con más directos sobre actualidad política internacional, cine y tendencias en redes sociales.
Y sobre mí, te escribo esta columna con las últimas tres neuronas que me quedan vivas después de esta semana infernal con millones de entregas en la universidad. No exagero si digo que los últimos diez días estuve durmiendo en promedio tres horas, pero lo peor ya ha pasado. Además este mes viene con muchas cosas lindas: el nuevo disco de Taylor Swift, mi cumpleaños y el estreno de Barbie. I’m just a girl.
Feliz jueves,
Posdata: tag yourself.